Las personas adictas invariablemente presentamos resistencias a la ayuda debido a la inmensa capacidad para justificarse, defenderse y manipular, no sólo sus consumos sino también sus conductas, refugiándose en una lista interminable de pretextos tales como comparaciones con otros consumidores, depresiones o malestares físicos, falta de comprensión de su familia, autoconmiseración, simpatía parlanchina, etc. Actitudes realmente difíciles de reconducir.

Por tanto, ¿qué hacer ante tantas resistencias? Las personas adictas tenemos que pasar por casi todo tipo de impactos psico emocionales para superarlas, léase: conatos de divorcio, detenciones, robos en casa, crisis convulsivas, alucinaciones ocasionales, dramas y pérdidas  familiares, pérdida de confianza, hospitalizaciones, etc.,

y en ocasiones incluso la vida, y a pesar de todo esto, las resistencias a la ayuda prevalecen, ya que si hay algo que nos caracterice es la gran tolerancia al sufrimiento, lo que nos lleva a fantasías compensatorias, acompañadas de frustración y coraje, de que un día las cosas cambiarán, lo que no suele ocurrir hasta que se presenta algún hecho que rebasa todo lo tolerable y es entonces cuando solicitamos ayuda, no sin antes pasar por  un sinnúmero de días, que a veces se traducen en años, soportando todo tipo de situaciones como las anteriormente mencionadas, para que inicie el proceso de rehabilitación.