8. LAS 12 TRAMPAS. 1ª TRAMPA INMADUREZ E INFANTILISMO
INMADUREZ E INFANTILISMO, ESTANCAMIENTO DEL CRECIMIENTO EMOCIONAL Y PERSISTENCIA DE LAS DEPENDENCIAS
Una de las características principales del perfil psicológico de las personas adictas es nuestra inmadurez emocional. En nuestra psicobiografía se pueden encontrar antecedentes de rechazo afectivo, sobreprotección o responsabilidad prematura. Estas vivencias infantiles determinan: inseguridad, ansiedad, egocentrismo, baja autoestima y todas una serie de complejos, que impiden un óptimo desarrollo de la personalidad.
Con la llegada de la adolescencia y la aparición de los fenómenos propios de esta edad, como los caracteres sexuales, la necesidad de aceptación en nuestro grupo de iguales, la búsqueda de la propia identidad y la presión para el cumplimiento de responsabilidades escolares, familiares y sociales, comenzamos a generar cantidades ingentes de tensión emocional que no sabemos encauzar ni descargar correctamente. Esto se traduce en una gran angustia que nos produce un intenso malestar psicológico y la frustración propia de la imposibilidad de sentirnos capaces de satisfacer estas necesidades
– Es justamente en esta época en la que se producen los primeros contactos con las sustancias y/o los comportamientos adictivos como el juego y otros. La persona inmadura emocional, llena de complejos y limitaciones en sus relaciones interpersonales, descubre maravillada como consumir o actuar adictivamente transforma su personalidad y la convierte de tímida en audaz, de cobarde en valiente, de introvertida en extrovertida, de antipática en simpática y de lacónica en locuaz.
Así es como las personas inseguras angustiadas encontramos en las sustancias y conductas, la muleta emocional que nos ayuda a sobrecompensar nuestras limitaciones psicológicas. De esta forma, se inicia la carrera que empieza con el uso, continúa con el hábito, sigue con el abuso y termina en la adicción.
– La adicción es una enfermedad que produce un desgaste físico y psicológico impresionante. La principal característica de ese desgaste es la parálisis de nuestro desarrollo emocional. Es decir que, durante toda la etapa activa de la enfermedad, no maduramos emocionalmente. Acabamos psicológicamente atrofiados para afrontar los diferentes de la vida o listos para evadirnos de ellos, debido a lo cual siempre recurrimos a la muleta emocional que nos proporciona el consumo o la conducta adictiva.
Lo cierto es que, un número importante de las personas adictas, antes de comenzar a consumir o actuar adictivamente ya presentábamos problemas de falta de madurez en nuestra personalidad, lo cual nos condujo a consumir o conducirnos adictivamente y a desarrollar nuestra enfermedad, lo que, a su vez, produjo la parálisis del proceso de crecimiento emocional.
– LA IRRESPONSABILIDAD, LA INCONSISTENCIA Y LA INCONSTANCIA son también características típicas de nuestra personalidad. Nos cuesta mucho asumir responsabilidades y tendemos a evadirnos de ellas constantemente. Terminar lo que empezamos nos supone una enormidad. Nos ilusionamos con un proyecto, lo emprendemos y, al poco tiempo, nos aburrimos y lo abandonamos. Somos de impulsos cortos; muy cortos. Pero, fuertes, muy, muy fuertes. Mantener una disciplina que implique perseverancia se nos hace imposible de sobrellevar.
No soportamos que nos impongan reglas o limitaciones. Somos personas caprichosas con una grave intolerancia a la frustración, lo cual nos incapacita para aplazar las satisfacciones. Las necesitamos de inmediato: ¡ya! Intentamos salirnos siempre con la nuestra mediante caprichos, chantaje sentimental o manipulación y, además, nos encanta llevar la contraria. Como mecanismo de compensación a nuestros complejos de inferioridad nos convertimos en egoístas y egocéntricos. Y nos encanta ser el centro de atención en todas partes.
Hay quienes hemos conseguido dejar de consumir o actuar adictivamente durante años y, sin embargo, es muy posible que sigamos manteniendo estas características de personalidad si no nos ponemos a trabajar seriamente en nuestro crecimiento emocional. Esta es una forma peligrosa de acercarse a la recaída. Un lujo que no podemos permitirnos bajo ningún concepto. El objetivo de la rehabilitación es el equilibrio tanto físico, como psicoemocional, y no sirven excusas para no comenzar o abandonar el trabajo de mejora y crecimiento.