61 CÓMO DEJAR EL ALCOHOL Y VIVIR SIN ÉL 5
15 de junio, 2012
en Blog
LOS RESORTES DE LA ENFERMEDAD.
EL ALCOHOLISMO:UNA ENFERMEDAD
Frecuentemente los alcohólicosnegamos serlo. A veces nuestra familia está destrozada, hemos perdido el trabajo, presentamos mil trastornos (nauseas, falta de apetito, etc…,) por causa del alcohol y, sin embargo, seguimos negándonos a admitir la verdadera razón de nuestro mal. Nos resulta insufrible aceptar la palabra “alcohólico/a”.
¿Qué pasa con esta palabra? ¿Por qué nos cuesta tanto aceptarla?
En primer lugar tiene una gran carga emocional. Es un prácticamente un insulto. Decirnos esa palabra, cuando nos debatimos entre la angustia y la culpa, es hurgar en la herida, hacernos un daño gratuito. Y, evidentemente reaccionamos como solemos, con una violencia proporcional al dolor que nos ocasiona escucharla. Pero, muy a pesar nuestro necesitamos escucharla. A los alcohólicos hay que decirnos que lo somos, pero haciéndonos ver, si ello es posible, que no tenemos la culpa de serlo.
Porque el alcoholismo es una enfermedad, no una cuestión moral. Los alcohólicos no somos delincuentes, ni degenerados. Somos SERES HUMANOS ENFERMOS.
Todas nuestras actitudes de violencia, egoísmo o brutalidad, de destrozo de nosotros mismos y de nuestras familias son propias de mala gente. Pero nunca son hechas libremente. Son consecuencias directas del alcoholismo. Muchas personas que padecen otras enfermedades también se vuelven así. Pero según parece es más fácil comprenderles a ellos que a nosotros.
A parte de la carga emocional de la palabra hay que tener en cuenta la gran desinformación existente sobre la enfermedad. Los alcohólicos, avergonzados, nos negamos a que nos cuelguen esa etiqueta sucia y humillante y buscamos pruebas de que no lo somos. Hasta los que terminan en la indigencia creen que hay otros que están aún peor que ellos.
¿Qué es pues, ser un alcohólic@?
¿Es tener nauseas o temblores, estar enfermo del hígado, faltar al trabajo o pegar a la pareja? No. Esas cosas son consecuencias del alcoholismo, pero no el alcoholismo en sí.
Entonces, ¿qué es ser alcohólico? ¿Beber demasiado alcohol? ¿Emborracharse? Tampoco Hay muchas personas que beben mucho alcohol y, a menudo se emborrachan y no son alcohólicos, son, simplemente, bebedores excesivos. Lo característico de los alcohólicos es que perdemos nuestra capacidad para dejar de beber. Simplemente no tenemos esa posibilidad. Aunque nos engañemos continuamente, sabemos que no podemos controlar el alcohol, que deberíamos dejar de beber, pero no podemos. Nos hacemos ilusiones de que bebemos porque queremos, cuando en realidad bebemos porque no podemos evitarlo.
¿Por qué el tabaquismo no tiene las connotaciones peyorativas que tiene el alcoholismo? ¿Por qué la palabra fumador no suena a insulto? El tabaquismo también matay el fumador lo hace obligado por su propio deseo. Pero el tabaco no degrada moralmente, ni humilla, ni destroza socialmente a las personas. El fumador puede morir por culpa de su adicción, pero lo hace dignamente. Sin embargo, el alcohólico, antes de morir, pierde la moral, degenera su entorno, se degenera él mismo y termina siendo odiado hasta por su propia familia. Y, cuando finalmente muere, ya no es un ser humano, sino una piltrafa. Todo el mundo descansa.
Muchos de nosotroshemos sido gente atormentada, angustiada o deprimida, que observamos que, cuando bebíamos, el alcohol nos servía como válvula de escape a nuestras tensiones emocionales, nos daba alegría y nos hacía olvidar nuestros problemas. Naturalmente esto nos llevo a recurrir a él cada vez con más frecuencia, hasta que llegó un momento en el que ya éramos incapaces de prescindir de su ayuda.
Otros, empezamos a beber porque todo el mundo lo hacía. A otros empezaron a darnos alcohol en nuestra infancia. Y, otros muchos empezamos a beber en la adolescencia para poder relacionarnos con los demás, para poco a poco ir incrementando el consumo hasta llegar al punto de no retorno.
Dicho de otra manera, unos alcanzamos el «alcoholismo» por presiones psíquicas y otros por una presión física. Pero con el tiempo todos acabamos dependiendo física y mentalmente del alcohol.
Hay que tener en cuenta un detalle muy importante que se olvida a menudo, y es que el alcohol es un tóxico que produce hábito. Entra a formar parte de los ciclos metabólicos del organismo y llega un momento en que éste lo necesita para funcionar. Y, cuando falta, llegan los temblores, las nauseas y la necesidad de beber para volver a estar calmados.
Los alcohólicosdel primer grupo (los que utilizábamos el alcohol como válvula de escape), no necesitamos beber todos los días y. por tanto, cuando se nos plantea que puede que lo seamos, ponemos el grito en el cielo y la excusa de que no lo somos, precisamente por eso (porque no bebemos todos los días). Pero también es verdad que hay determinados días en los cuales nos vemos impulsados a beber aún sin quererlo. Somos lo que habitualmente se conoce como alcohólicosintermitentes, que habitualmente no bebemos, pero que cuando nos tomamos una o dos copas nos descontrolamos y no podemos dejar de beber hasta estar totalmente borrachos. Algunosllegamos a empalmar una borrachera con otra, y pasamos así unos cuantos días, al cabo de los cuales nos encontramos aplastadospor la angustia, dejamos de beber y reanudamos la vida normal.
Los alcohólicosde este tipo tardamos mucho tiempo en alcoholizarnos. Lo cual, dicho sea de paso, no es lo mismo que ser alcohólico.
Estar alcoholizado es sufrir una serie de daños orgánicos como consecuencia del exceso de bebida. SER ALCOHÓLICO, es padecer, siempre o de vez en cuando, una necesidad irreprimible por beber alcohol, lo cual no tiene por que llevar, o sí, a estar alcoholizado.
Los alcohólicosdel segundo grupo (bebedores habituales), no solemos emborracharnos nunca o casi nunca. Al beber todos los días, a veces desde muy jóvenes, nuestro organismo se acostumbra al alcohol y lo necesitamos, pero al mismo tiempo lo aguantamos, aún en grandes cantidades. Cuando se nos dice que podemos ser alcohólicos, reaccionamos de la misma manera que el grupo anterior, esta vez argumentando que no podemos serlo puesto que no nos hemos emborrachado nunca. Pero también es cierto que no somos capaces de estar un sólo día sin beber. Los de este grupo nos alcoholizamos pronto. En cuanto nos falta el alcohol nos encontramos mal, con temblores y nauseas que se calman en cuanto comenzamos de nuevo a beber. La cirrosis hepática, la cárcel o el hospital psiquiátrico están muy cerca.
En definitiva, ambos tipos acabamos de la misma manera. ALCOHÓLICOS.
Llegamos a dejar de consumir alcohol debido a las consecuencias que nos ocasiona del mismo modo que las personas alérgicas a determinados alimentos o productos se abstienen de ingerirlos. Es una mera cuestión de aceptación de las limitaciones orgánicas que nos acompañan, aprendiendo a vivir con ellas.
Tomamos conciencia de que, a medida que los años han ido pasando, las dificultades que nos ocasiona el alcohol han ido multiplicándose, a pesar de diversas experiencias, siempre cortas, de control sobre su consumo. Y, si en algún caso estas etapas fueron largas, acabaron convirtiéndose en un suplicio mental insoportable hasta que retomamos la bebida.
Las organizaciones médicas expertas en alcoholismo nos repiten una y otra vez que el alcoholismo es progresivo, que se trata de una enfermedad incurable en el sentido de que es imposible cambiar nuestra química corporal para regresar al estado de bebedores normales o moderados que, tal vez, en algún tiempo fuimos. Ninguna clase de tratamiento médico o psiquiátrico ha “curado” a nadie del alcoholismo.
Por el contrario, al observar las trayectorias personales de miles de alcohólicos, la conclusión más clara que se puede sacar es que, no solamente se trata de una enfermedad incurable y progresiva, sino que también se trata de una enfermedad mortal. Hemos visto a muchos alcohólicos bebiendo hasta morir por los síntomas del síndrome de abstinencia (SA), por el Delirium Tremens, las convulsiones, las cirrosis, y otras enfermedades relacionadas directamente o atribuidas al alcoholismo. Frecuentemente aparece en los accidentes de tráfico, ahogamientos, suicidios, homicidios, ataques cardíacos, incendios, neumonías, etc.
Casi ninguno de nosotros creímos haber estado nunca próximos a estos desastres cuando bebíamos, así como tampoco la mayoría llegamos a los estados finales del alcoholismo crónico. Pero casi todos hemos podido darnos cuenta de que era una simple cuestión de tiempo de haber seguido bebiendo como lo hacíamos.
Sabemos que negarse la verdad, ignorar nuestra condición o no aceptar el tratamiento, en una cuestión como el alcoholismo puede conducirnos al desastre del que momentáneamente hemos escapado. Es preferible encarar el problema, aceptar el diagnóstico y averiguar que puede hacerse al respecto.
Podemos aceptar el alcoholismo como una característica más de nuestro organismo, como aceptamos nuestra estatura o el color de nuestros ojos. Luego aceptar el tratamiento y ponernos a disfrutar de un nuevo estado de salud desconocido y enriquecedor.
En resumen: recordamos que tenemos una enfermedad incurable, progresiva, fatal y terriblemente sutil, que nos afecta física, mental y emocionalmente que se llama alcoholismo. Y, en vez de continuar agravándola, tomamos la decisión de detenerla, empezando por evitar el alcohol en cualquier forma o cantidad que sea.
Ninguno de nosotros establecimos deliberada y maliciosamente las vergonzosas actividades de las cuales nos avergonzamos. Las hicimos en contra de todas las reglas del sentido común, porque estábamos atrapados por la enfermedad y ni siquiera éramos conscientes de ello.
Lo que realmente nos importa es que padecemos una enfermedad que, a diferencia de otras, puede ser detenida a partir del momento en que nosotros así lo decidamos. Y que somos absolutamente libres de retomar todas nuestras miserias en el momento en el que queramos.
ALCOHÓLIC@S Y ADICT@S EN REHABILITACIÓN GIPUZKOA
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