60 CÓMO DEJAR EL ALCOHOL Y VIVIR SIN ÉL 3

VIVIR DÍA A DÍA.


Nadie puede HACER las cosas ayer. Tampoco mañana. Únicamente hoy es posible HACER lo que sea que haya que hacer. Por ejemplo dejar de beber. Sólo hoy es posible romper con la tendencia al aplazamiento innata en nosotros. (Para el alcohólico/a, problema aplazado, problema solucionado) Mañana lo dejaré, hoy no tengo fuerzas, o estoy demasiado cansado o deprimido o furioso, o…
Hoy se puede dar fin a las promesas y los juramentos de no más alcohol, nunca más lo haré, etc.… Promesas rotas. Plazos incumplidos. Incluso los ensayos temporales nos resultaron inútiles. Al parecer, en lo que al alcoholismo se refiere, los juramentos y promesas tienen de duración lo que tardamos en tomar un trago.


Podemos estar sin beber, días, meses, incluso años. Pero si un momento determinado tomamos el primer trago, beberemos todo lo no bebido durante ese tiempo, largo o corto, de la manera habitual, ávida y compulsiva. El deseo sincero de no volver a beber alcohol, se ve superado por esa loca obsesión que nos condena a volver a repetir la conducta indeseable que nos reconduce a la borrachera.
Las buenas intenciones no llegan a ser suficientes para detener la obsesión. La podemos ocultar en algún recóndito lugar de nuestras mentes, pero no desaparece. Se mantiene oculta a la espera de que la autosuficiencia haga su trabajo. Y ese momento llega. Hay demasiadas reservas ocultas sobre el hecho de dejar de beber y demasiado desconocimiento del problema.
Todo en nosotros es un campo de batalla, del que no parece que formemos parte. Nos limitamos a encajar los golpes sin posibilidad alguna de detenerlos. La indefensión es total. El desconcierto también. Había sinceridad absoluta en las promesas. Aunque quizás ni siquiera éramos conscientes de lo prometido, por el desconocimiento de su alcance.


Al comenzar a entender la magnitud del problema nos sentimos aterrados. Es entonces cuando, los que ya han conseguido la sobriedad acuden en nuestro auxilio: “el borracho más borracho de todos los borrachos, puede estar un día entero sin beber”, nos dicen. Y es cierto. Todos nosotros lo hemos hecho alguna vez. Ciertamente la mayoría de las veces como resultado de las resacas. Pero lo hemos hecho. Todo el mundo puede estar un día sin beber.
Hemos comprobado tras múltiples pruebas que, no importa lo que bebamos, sea fuerte o suave, siempre acabamos en dificultades, sin pretenderlo. Derrochamos energía futura y pasada. Nunca utilizamos la única que realmente tenemos: la de hoy. Sabemos de multitud de personas como nosotros que dejaron de beber un tiempo más o menos largo, para luego caer en una gran inundación de alcohol, con su consiguiente carga de humillación, culpa y remordimiento.
Con tales hazañas en nuestro haber, cualquier referencia a “estar totalmente abstemios” o “no beber nunca”, nos recordaban todos nuestros fracasos y sus desastres emocionales correspondientes.


Ahora nos situamos ante el alcoholismo como lo que es, una enfermedad recidivante y permanente, y nuestra propia experiencia nos ha enseñado a no hacer promesas a largo plazo respecto permanecer sin beber alcohol. Pero hay algo que sí está a nuestro alcance: estar un solo día sin beber. Hoy. Sin importar cuál sea la circunstancia que nos toque vivir hoy, podemos aguantar sin beber. Si vemos que un día entero es demasiado para nosotros, lo dividimos en espacios más cortos: medio día, unas horas, una hora, tal vez un minuto. Es el momento de utilizar una de nuestras habilidades más prácticas: posponer. Si el ansia por beber aprieta, simplemente posponemos esa bebida para más tarde. Ahora no, pase lo que pase, ahora no¡¡
Este es un planteamiento flexible que puede recomenzar en el momento que sea necesario. Podemos adaptarlo a cada necesidad imperiosa. No es preciso ni  hora ni lugar concreto. Siempre es AHORA. Nadie puede vivir en ningún otro momento.


Toda nuestra vida ha sido un proceso de constantes desplazamientos entre el pasado y el futuro. Desesperándonos por los desastres de nuestras borracheras y planificando un futuro brillante que nunca acababa de llegar. ¡Cuántos planes laboriosamente imaginados eran continuamente ahogados en alcohol!
Recuperar el presente. Asentarnos en él. Y conseguir que este sencillo plan diario se convierta en parte integrante de nuestras vidas. Vivir el  presente es una sencilla manera de resolver un problema complicado como es el alcoholismo activo. En este momento decidimos no beber y es precisamente en este momento presente en el que, únicamente podemos hacerlo. Todo ocurre en el AHORA.



Cuando las dudas nos asalten podremos recordar dónde está escrito que mañana estaremos vivos. Sólo por hoy, se puede conseguir no beber. Como se pueden lograr muchas cosas más. Hay que ponerse a ello. Las dificultades son grandes, pero no insuperables. La fuerza del grupo de recuperación aporta la firmeza necesaria para conseguirlo. Solos nunca pudimos. Tampoco podremos ahora.


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