57. CÓMO DEJAR EL ALCOHOL Y VIVIR SIN ÉL.

CAMBIO DE HÁBITOS

Uno de los principios básicos en la rehabilitación de cualquier adicción: alejarse de las zonas de consumo y trapicheo y venta de las sustancias adictivas. En el caso del alcoholismo, evidentemente, alejarse de bares, restaurantes y de toda la órbita del trago en general. No conseguimos entender el empecinamiento de algunas propuestas de rehabilitación de diferenciar los impactos ambientales en cuanto a la adicción a las sustancias ilegales de dichos entornos y cuando se trata de la droga alcohol lo planteamientos cambian radicalmente y se anima a los adictos al alcohol a reintegrarse al entorno de consumo para «superarlo». ¿Por qué no envían a los cocainómanos a tomarse un café con leche mientras sus amigos se esnifan unas rayitas?

Los alcohólicos, como los adictos a otras sustancias o comportamientos, los somos con todos los sentidos. No bebemos únicamente al uso. Todos nuestros sentidos se ponen en funcionamiento al revivir situaciones de consumo, acontecimientos especiales, lugares y actividades relacionadas con la bebida, olores, ruidos, colores. Todo aquello que en nuestra vida ha estado relacionado con el alcohol susceptible de ser cambiado debe serlo, si queremos permanecer mínimamente seguros en la nueva vida sin alcohol.

Revisar los hábitos de vida relacionados con el consumo y cambiarlos, es una manera útil de permanecer abstemios. Sencilla, práctica y funcional. Tener en cuenta hasta el contenido alcohólico del enjuague bucal. Cambiar los trayectos habituales relacionados con los lugares en los que habitualmente solíamos beber. Permanecer atentos a las horas de consumo incluyendo en esos espacios de tiempo actividades placenteras que no tengan nada que ver con la bebida: deporte, paseo, meditación, etc.
El ama de casa deberá repasar sus lugares habituales de compra y cambiarlos si es necesario. Si era bebedora en el hogar hará bien en cambiar la soledad del mismo por la compañía y los paseos saludables.

No tiene ningún sentido poner en peligro la abstinencia por ramalazos de orgullo equivocado, pretendiendo que se tiene una fortaleza especial para aguantar situaciones en las que la bebida está presente. No haremos sino activar los centros de recompensa cerebral, que nos presentarán todos los recuerdos agradables del consumo. El subconsciente acumula estos estímulos en forma de ansia sutil, que será descargada en el momento más inesperado, sin que sepamos que ocurre, ni porqué hemos cogido el de nuevo el primer vaso de alcohol.

Los lugares, el ambiente de consumo social y en el que las invitaciones a tomar un trago pueden ser frecuentes, no son el entorno ideal para dejar una adicción tan brutal como es el alcoholismo. La impulsividad puede y hace de las suyas borrando de nuestras mentes los inconvenientes que el consumo puede ocasionarnos. Las reservas mentales se apoderan del control y acabamos desterrando cualquier conato de sensatez, borrando los dolorosos recuerdos del último desastre.

Es vital adecuar las actitudes a la nueva situación de vida sin alcohol. Deshacerse de todo el alcohol que podemos tener en casa es una sabia decisión, que puede ayudar a contener un ataque de impulsividad, dándonos tiempo a reflexionar sobre lo que pretendemos hacer.

Nadie conoce mejor que nosotros cuál ha sido nuestra modalidad de beber, nuestros lugares y ambientes preferidos. Y, desde luego, nadie sabe hasta qué punto estamos decididos y apreciamos la abstención conseguida.

Pequeños o grandes, los cambios de hábitos que se recomiendan son efectivos. Son el precio a pagar para un comienzo serio del proceso de rehabilitación y producen un impulso sorprendentemente fuerte para mantenerlo.


fno: 943 37 42 90 – 688 86 15 51
Alcohólic@s y Adict@s en Rehabilitación Gipuzkoa.


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