Si bien el alcoholismo en la mujer tiene su propia visión histórica, hasta hace una década  no se empezaron a dar las primeras pinceladas sobre la investigación de esta enfermedad en el sexo femenino. Hoy día la mujer sigue siendo la «gran olvidada», cuando curiosamente es la más dañada en todos los aspectos, por las garras del alcohol . Todavía se aborda el alcoholismo de la mujer dentro de los mismos parámetros que el alcoholismo del hombre y son pocos los terapeutas que diferencian el abordaje entre ambos sexos.

La estigmatización cultural asociada al alcoholismo femenino contribuye al ocultamiento y la negación del problema, no sólo por parte de la mujer, sino también de sus familiares. En la mujer sigue siendo más desconocido y marginal. Ella presenta mayor vulnerabilidad hacia el efecto del alcohol, tanto desde el punto biológico, como en el psicosocial.

Los grupos sociales son menos indulgentes con las mujeres. Así se trata de un alcoholismo más secreto, solitario y controlado por el sentimiento de verguenza que a su vez desencadena la culpabilidad.

El alcoholismo degrada más rápida y profundamente a las mujeres en su status y sus papeles femeninos y maternales que al hombre en los suyos.

El rechazo y la intolerancia social es más vivo y precoz para la mujer. Representa un mayor resgo para la integridad física y la vida de la mujer, en cuanto la expone a frecuentes atentados sexuales, así como a mayor número de intentos de suicidio.