3. EL ALCOHOLISMO: UNA ENFERMEDAD.

ALCOHOLISMO: UNA ENFERMEDAD:

Frecuentemente l@s personas alcohólic@s negamos serlo. A veces nuestra familia está destrozada, hemos perdido el trabajo, presentamos mil trastornos (nauseas, falta de apetito, etc…,) por culpa del alcohol y, sin embargo, seguimos negándonos a admitir la palabrita. ¿Qué pasa con esta palabra? ¿Por qué nos cuesta tanto aceptarla?
En primer lugar tiene una gran carga emocional. Es casi un insulto. Decirnos esa palabra, cuando nos debatimos entre la angustia y la culpa sin saber qué nos ocurre, es hurgar en la herida, hacernos un daño gratuito. Y, evidentemente, cuando esto ocurre, reaccionamos como solemos, con una violencia proporcional al dolor que se nos ocasiona. Pero a pesar de todo hay que decírnoslo. A l@s personas alcohólic@s hay que decirnos que lo somos, pero haciéndonos ver que no tenemos la culpa de serlo. ¿Por qué?: Pues porque el alcoholismo es una enfermedad, no una cuestión moral. L@s personas alcoholic@s no somos delincuentes, ni degenerad@s. Somos seres humanos enfermos. Todas nuestras actitudes de violencia, egoísmo o brutalidad, de destrozo de nosotr@s mism@s y de nuestras familias son propias de mala gente. Pero nunca son hechas libremente. Son consecuencias directas del alcoholismo. Muchas personas que padecen otras enfermedades también se vuelven así. Pero según parece es más fácil comprenderlos a ell@s que a nosotr@s
A parte de la carga emocional de la palabra, hay que tener en cuenta la gran desinformación existente sobre la enfermedad. L@s personas alcohólic@s, avergonzad@s, nos negamos a que nos cuelguen esa etiqueta sucia y humillante y buscamos pruebas de que no lo somos. Hasta l@s que terminamos en la indigencia creemos que hay otr@s que están aún peor que nosotros@s.
¿Qué es pues, ser un@ persona alcohólic@? ¿Es tener nauseas o temblores, estar enferm@ del hígado, faltar al trabajo o pegarse con la pareja? Pues no, no es nada de eso. Esas cosas son consecuencias del alcoholismo, pero no el alcoholismo en sí.
Entonces, ¿qué es ser una persona alcohólic@? ¿Beber demasiado alcohol? ¿Emborracharse? Pues tampoco¡¡ Hay muchas personas que beben alcohol y, se emborrachan y no son alcohólic@s, son, simplemente, bebedor@s excesiv@s.
 Lo característico de l@s personas alcohólic@s es que perdemos nuestra capacidad para dejar de beber una vez que comenzamos a hacerlo. Simplemente no tenemos esa posibilidad. Aunque nos engañemos continuamente a nosotras mismas, sabemos que no podemos controlar el alcohol, que deberíamos dejar de beber, pero no podemos. Nos hacemos ilusiones de que bebemos porque queremos, cuando en realidad bebemos porque no podemos evitarlo.
¿Por qué el tabaquismo no tiene las connotaciones peyorativas que tiene el alcoholismo? ¿Por qué la palabra fumador@ no suena a insulto? El tabaquismo mata 3 veces más y el/la fumador@ lo hace obligad@ por su propio deseo. Pero el tabaco no degrada moralmente, ni humilla, ni destroza socialmente a las personas. La persona fumador@ puede morir por culpa de su adicción, pero lo hace «dignamente». Sin embargo, la persona alcohólic@, antes de morir, pierde la moral, degenera su entorno, se degenera ella mism@ y termina siendo odiad@ hasta por su propia familia. Y, cuando finalmente muere, ya no es considerada un ser humano, sino una piltrafa. Todo el mundo descansa.
Much@s de nosotr@s hemos sido gente atormentada, angustiada o deprimida, que observamos que, cuando bebíamos, el alcohol, nos servía como válvula de escape a nuestras tensiones emocionales, nos daba alegría y  nos hacía olvidar nuestros problemas. Naturalmente esto nos llevó a recurrir a él cada vez con más frecuencia, hasta que llegó un momento en el que ya éramos incapaces de prescindir de él.
Otr@s, empezamos a beber porque todo el mundo lo hacía. A otr@s empezaron a darnos alcohol en nuestra infancia. Y, otr@s much@s empezamos a beber en la adolescencia para poder relacionarnos con los demás, y poco a poco ir incrementando el consumo hasta llegar al punto de no retorno.
Dicho de otra manera, un@s alcanzamos el «premio» de la adicción, por presiones psíquicas y otr@s por una presión física. Pero con el tiempo tod@s acabamos dependiendo física, mental y emocionalmente del alcohol.
Hay que tener en cuenta un detalle muy importante y que se olvida a menudo, y es que el alcohol es un tóxico que produce hábito. Entra a formar parte de los ciclos metabólicos del organismo y llega un momento en que éste lo necesita para funcionar. Y, cuando falta, llegan los temblores, las nauseas y la necesidad de beber para volver a estar calmad@s.
L@s personas alcohólic@s del primer grupo, no necesitamos beber todos los días, por tanto cuando se nos plantea que puede que lo seamos, ponemos el grito en el cielo y la excusa de que no lo somos, precisamente por eso, porque no bebemos a diario. Pero lo cierto es que hay determinados días en los cuales nos vemos impulsad@s a beber aún sin quererlo. Somos lo que generalmente se conoce como alcohólic@s intermitentes, o dipsóman@s, que habitualmente no bebemos, pero que cuando nos tomamos una o dos copas nos descontrolamos y no podemos dejar de beber hasta estar totalmente borrach@s. Algun@s llegamos a empalmar una borrachera con otra, y pasar así unos cuantos días, al cabo de los cuales nos encontramos aplastad@s por la angustia, dejamos de beber y reanudamos la vida normal. L@s personas alcohólic@s de este tipo tardamos mucho tiempo en alcoholizarnos. Lo cual, dicho sea de paso, no es lo mismo que ser alcoholic@.
Estar alcoholizad@ es sufrir una serie de daños orgánicos como consecuencia del exceso de consumo de bebidas alcohólicas. SER ALCOHÓLIC@, es padecer siempre, o de vez en cuando, una necesidad irreprimible por beber alcohol, lo cual no tiene por que llevar, o sí, a estar alcoholizad@.
L@s personas alcohólic@s del segundo grupo, no solemos emborracharnos nunca o casi nunca. Al beber todos los días, a veces desde muy jóvenes, nuestro organismo se acostumbra al alcohol y lo necesitamos, pero al mismo tiempo lo aguantamos, aún en grandes cantidades. Cuando se nos dice que podemos serlo, reaccionamos de la misma manera que el grupo anterior, esta vez argumentando que no es posible puesto que no nos hemos emborrachado casi nunca. Pero también es cierto que no somos capaces de estar un sólo día sin beber. L@s personas de este grupo nos alcoholizamos pronto. En cuanto nos falta el alcohol nos encontramos mal, con temblores y nauseas que se calman en cuanto comenzamos de nuevo a beber. La cirrosis hepática, la cárcel o el hospital psiquiátrico están muy cerca.
En definitiva, ambos tipos acabamos de la misma manera: Adict@s al alcohol.
 

tfnos: 943 37 42 90 – 688 86 15 51

– AERGI – Alcohólic@s y Adict@s en Rehabilitación Gipuzkoa



Abrir chat
AERGI
Hola
¿En qué podemos ayudarte?