59. CÓMO DEJAR EL ALCOHOL Y VIVIR SIN ÉL 2

PRIORIDADES


Cada vez que se plantea priorizar en cuanto a la recuperación de cualquier enfermedad, nos encontraremos con planteamientos ajustados a razón. Por ejemplo, nadie se cuestionaría, que para que un enfermo de cáncer se recupere, va a tener que establecer un orden de prioridades entre las cuales, la primera será ÉL mismo.



Esto no ocurre así cuando del alcoholismo se trata. Las connotaciones de la enfermedad, el estigma y, sobre todas las demás razones, el desconocimiento de la enfermedad, de su alcance y de su gravedad, traducen PRIORIDAD por EGOÍSMO. Y es realmente curioso, que la primera persona que piensa de esa manera es quien padece la enfermedad.

Consideramos claramente que ante cualquier enfermedad la prioridad es el propio enfermo. Pero para que eso mismo suceda con el alcoholismo será necesario profundizar en las causas y razones que lo motivaron. A medida que vayamos profundizando lo iremos comprendiendo mejor. En primer lugar se podrían considerar las “razones” que los/las alcohólicos/as antepondremos a nosotros/as mismos/as, para no establecer el orden de prioridades básico de nuestra recuperación. Todas tienen un punto de razón. Pero ninguna “ES” la razón.
Cuando se trata de una enfermedad incurable, progresiva y potencialmente mortal, no habría que tener demasiadas dudas sobre las prioridades. Pero ¿quién considera que el alcoholismo sea una enfermedad de esa clase? Desde luego el/la alcohólico/a recién llegado/a al proceso de rehabilitación no conoce ninguna de estas características de la enfermedad.
Hablamos de una persona enferma, que ni siquiera es consciente de padecer una enfermedad. Más bien cree poseer un vicio o una debilidad moral y su primer objetivo es desprenderse de él, de una manera rápida restaurando cuanto antes todo lo que en su vida ha quedado deteriorado: su familia, su trabajo, su lugar en la sociedad. Todo eso es prioritario; cuando lo consiga estará en condiciones de recuperarse. Sin embargo nada más lejos de la realidad. Este planteamiento es falso en su propia naturaleza.


El/la alcohólico/a, es una persona acostumbrada a que sean otros quienes lleven la iniciativa en su vida. Unas veces por la culpabilidad, otras por la vergüenza y otras muchas por la impotencia y la desesperación, se ha pasado sus días parapetado tras unos y otros. Se ha escondido, tras su mujer o marido para las decisiones de su hogar; lo ha hecho en su trabajo para no afrontar la vida exterior; ha utilizado a sus amistades para estar seguro tras la fuerza de un grupo al que nunca se ha considerado pertenecer y, finalmente, se ha tapado tras las botellas como refugio seguro de  su inmadurez.

Cuando una persona en esa tesitura escucha por primera vez que para  conseguir recuperarse va a tener que tomar la iniciativa y anteponerse a todo y a todos se alza ante el/ella una palabra-castillo: EGOISMO. Y su tendencia le lleva a esconderse en ella. ¿Cómo va a ser tan egoísta de creer que antes que su familia o trabajo o amigos está él/ella mismo? ¡Vaya una manera de rehabilitarse!
Pero si no es capaz de anteponer su propia persona a todas esas tendencias-refugio, no conseguirá una recuperación eficaz y duradera. Porque no se trata, en absoluto, de una postura egoísta, sino valiente y clara. Cuando una persona se halla perdida, su prioridad es encontrarse. Cuando tiende a esconderse, es dar un  paso adelante. Cuando tiene la costumbre de que otros le solucionen sus problemas, es hacerse cargo de ellos. Cuando es alcohólico/a, la prioridad es él/ella. ¿Por qué? Por una razón esencial: si acepta en verdad, que es alcohólico/a, está aceptando implícitamente que su problema básico y esencial es ÉL. Su peor enemigo es, ha sido y será él mismo. Y su solución más importante también lo es él.



Él será quien tenga que evitar beber y para ello va a tener que tener una serie de prioridades continuas a esta prioridad inicial:

La segunda prioridad es NO BEBER. Este es un asunto de supervivencia. El alcoholismo es una enfermedad que conduce a la muerte de un sinfín de maneras. Beber un trago es la manera de activarla.
El tratamiento de la enfermedad, tal como lo establecen las Asociaciones Médicas expertas en alcoholismo, involucra primordialmente el no tomar ni un solo trago. La experiencia de las asociaciones de alcohólicos refuerza esta cuestión.
En la práctica esto quiere decir que hay que hacer lo que haga falta para no tomar esa primera dosis de alcohol. Y si se plantean dudas, como así suele ser, sobre si hay que anteponer nuestra sobriedad a la familia, al trabajo o a los amigos, habrá  que responder sin ninguna duda que sí.
Esta respuesta se establece desde la realidad de considerar que el alcoholismo es un asunto de vida o muerte. Si no salvamos nuestra vida de nada nos van a servir la familia, el trabajo o los amigos. Si realmente apreciamos nuestro entorno en cualquiera de estos ámbitos deberemos recuperar nuestras vidas y nuestra salud para poder disfrutarlo. Si nosotros estamos bien, nuestro entorno estará bien. Cuando estamos bebiendo todo nuestro mundo cercano se ve afectado, gravemente afectado. Por esa razón, tanto a ellos como a nosotros no deberían resultarnos demasiado difíciles las prioridades establecidas.


Si nosotros somos lo prioritario para nosotros mismos, permitiremos descansar a quienes han tenido que sobrellevar el peso de nuestra inmadurez y de nuestras espantadas alcohólicas. Seremos los responsables de nuestra recuperación y de nuestras vidas. No podemos seguir escondidos ante una enfermedad como esta. Es malo para todos.  No podemos continuar focalizados en aquello o en aquellos que nos rodean. Por primera vez se nos plantea ser para nosotros lo prioritario como el referente hacia el cual dirigir nuestras energías, sin derroches inútiles.
Crecer, madurar, duele. Pero es más eficaz que pasarse la vida saltando de una infancia a otra
La tercera prioridad es ACUDIR A LAS TERAPIAS DE REHABILITACIÓN. No puede haber ninguna ocupación que se anteponga  a esta. Ningún enfermo de cáncer dejaría de lado una sesión de quimioterapia prescrita. Del mismo modo deberíamos anteponer las reuniones a cualquier otra cosa o persona por importante que sea. Siempre surgirán “razones” importantes para no acudir determinados días. Ninguna más importante que nuestra propia vida.


Se empieza por dejar una terapia  y, tan fácil como difícil fue incorporarse a ellas, se van dejando las demás. Nadie puede pagar el precio de una reunión. No tiene precio. Únicamente estando en todas ellas se posibilita escuchar a alguien pronunciar la “palabra milagro” que muestre la salida del laberinto o, cómo no, ser quien la pronuncie y dar esa misma posibilidad a otros, lo cual es el mejor antídoto contra la recaída.

Aprender a no beber se facilita, introduciendo algún tipo de orden en nuestras vidas. Nuestras vidas han sido un caos de angustia, incomodidad y desesperación. Clarificar en nuestras mentes un orden de prioridades establece un efecto tranquilizador en ellas absolutamente necesario para lograr y mantener la sobriedad.
Finalmente, INCREMENTAR LOS CONOCIMIENTOS DE LA ENFERMEDAD Y SUS RESORTES. Con una mente abierta. Mantener esa apertura mental ante muchas de las sugerencias que irán surgiendo en el proceso de rehabilitación, en lugar de rechazarlas como hemos hecho siempre con todo lo que se puso ante nosotros.
Este proceso no se puede catalogar como fácil o difícil. Sencillamente es  directamente proporcional a la consciencia del sufrimiento padecido. Cuanta másn consciencia se tenga de lo padecido y hecho padecer, más fácil será abandonar el alcoholismo activo. La decisión de QUERER DEJAR DE BEBER sin reservas debe ser asentada sobre cimientos sólidos. El primero es establecer las prioridades.
Cuanto más se conózcan los resortes de la enfermedad, más fácil será mantenerse alejado de ellos.


  aer.aergi@gmail.com
tfno: 943 86 15 51 – 688 86 15 51

ALCOHÓLIC@S y ADICT@S EN REHABILITACIÓN GIPUZKOA